lunes, 17 de septiembre de 2007

Carta (añejada)

Patricia Ortiz

epistolas


Me he decidido al fin, y heme aquí, escribiéndote esta carta. ¿Esperabas una súplica? ¿Un pedido de consuelo? ¿Una declaración de amor? Es ésta mi despedida. Un adiós firme que te besará y se perderá presto entre la silueta oscura de los barcos que recortan el horizonte. Logré desvanecer el hechizo que me hacía tu prisionera. Seguiré la senda del sol, hasta llegar al reino del más bello de los egipcios, el dios Ra, mi protector. Una gota de tu sangre nacerá cada día en mi pecho, y una mía llegará a tus labios cada noche como señal de un amor que muere...

Patricia
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"No creí que éste fuese el final. No puedo decir que no lo presentía pero sí confieso que no pensé que te decidieras finalmente. Fui aquel que colonizó tus tierras vírgenes, el que te hizo descubrir que cada pulgada de piel tenía memoria del placer y el gozo.
Tu maestro, tu mentor, tu guía y tu luz; lo fui y lo soy, estoy seguro de ello. Te sentiste prisionera y lo eres pero la esclavitud que pregonas es la del amor y la pasión.
¿Vivir sin mi? te será díficil; los primeros tiempos tu ferrea decisión prevalecerá pero el tiempo, las solitarias noches jugarán a mi favor, lo sabes ... aunque tu razón te dicte lo contrario.
Te esperaré. Pero no tardes. Hoy si vuelas es gracias a mi , no a ti; te dejo elevar vuelo corto...disfrutalo porque poco tiempo tus pies se despegarán del suelo. Retornarás a mi. Lo sé, y tu tambien lo sabes."



Liliana Varela

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