miércoles, 3 de octubre de 2007

¿QUIENES SON?

Amparo Carranza Vélez
¿QUIENES SON?


¿Quienes son estos seres altos y fuertes,

erguidos sobre dos piernas?

Ellos llevan un lenguaje que no comprendo.

Me alimentan, me cuidan.

Me ven crecer, no dan espacio para correr.

Me encierran en pequeñas cajas de metal.

Me alimentan, pero nunca me acarician.

Luego un día abren la caja.

Me toman.

Me toman de los pies y me sacan.

Me golpean, me golpean.

¡Me siguen golpeando!

Grito pero el grito no alcanza.

Nadie, ni nada puede socorrerme o defenderme

de lo que no entiendo, pero sucede.

Destrozan mi cara.

Intentan borrar todo rastro de resistencia.

No alcanzo a ver más allá de una luz

Un ojo electrónico que cree captar mi dolor.

Atontado, permanezco desfalleciente sobre el suelo helado.

Me vuelven a tomar.

¿Pero éste ser no era el que me alimentaba todas las mañanas?

Ahora pasa a través de mis pies una ganzúa.

Atraviesa mi carne.

Me cuelgan cabeza abajo.

Intento escapar pero es inútil.

Mis manos danzan en el aire,

una coreografía aterradora.

Y siento el filo metálico de la locura.

La maldad de estos seres que disfruta

de mi larga tortura.

Siento frío, por todo mi cuerpo.

Me siento más pequeño.

Siento sangre correr.

Veo caer la sangre sobre el suelo.

¿Toda esa sangre es mía?

Luego me vuelven a tomar.

El dolor es inmensurable.

El frío me ahoga, pero no me mata.

Me arrojan como desperdicio

sobre una montaña de cadáveres.

La carretilla de los desollados.

En eso reacciono, intento incorporarme.

¡Estoy vivo! ¡No he muerto!

Intento levantarme pero carezco de fuerzas.

Mi cuerpo no responde, se convulsiona descontroladamente.

Levanto mi cabeza,

y la vuelvo para intentar levantarme.

Entonces veo una masa de carne despellejada y sangrante.

Primero no comprendo.

Luego reconozco mi cuerpo.

¿Qué me han hecho?

¡Esto es peor que morir!

¿A esto confinaron estos seres mi existencia?

¿A tener este fin? ¿y mi destino divino?

El ojo electrónico vuelve a clavarme los ojos.

A captar mi última mirada.

Impregnada de infinito dolor.

Dejo caer mi cabeza y me resigno a ser,

un montículo más en la montaña de cadáveres.

A ser un producto más de la avaricia humana.



3 de Octubre de 2007.

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