lunes, 17 de septiembre de 2007

Recuerdos a la carta

¿Qué se hace con los recuerdos? Entre tanto gourmet y tanta gastronomía como se ha puesto de moda, ¿alguien puede darme una buena receta para aderezarlos? Se parecen a las grageas de todos los sabores de Harry Potter: los hay de diferentes tipos, colores y gustos. Agradables, encantadores, cálidos, apasionantes… pero también molestos, repulsivos, dolorosos y hasta nauseabundos. Es cierto que los hay también insípidos, pero esos son los menos importantes y, en una buena comida, son simplemente el verde de la decoración.

Tengo algunos frescos y otros rancios; a unos cuantos los he guardado en el freezer para que no se deterioren: son los más queridos. Pero no puedo verlos tal cual son: están como detrás de una nube que los opaca y los distorsiona. Y, si los descongelo, tengo miedo de que se cumpla esa ominosa advertencia que planea sobre las góndolas de los supermercados: "una vez descongelado, no volver a congelar". Podrían contaminarse y el deseo de uno es guardarlos perfectos e inviolados. ¿Será una pretensión vana? ¿Acaso, para disfrutar los recuerdos, hay que consumirlos? Masticarlos, tragarlos, digerirlos e, inevitablemente, evacuarlos.

Se debe tener cuidado con los recuerdos, porque pueden resultar indigestos. Mi abuelo una vez se empachó con recuerdos de su infancia y lo curioso del caso es que, al estilo de una rara enfermedad digestiva, acabó empachando a toda la familia, a punto tal que todos terminamos vomitando recuerdos que ni siquiera habíamos comido.

Pero no se debe hablar de esos temas en la mesa o en la cocina, y ahí estamos ahora exactamente, buscando recetas para recuerdos. Recetas que resalten su sabor, si es delicado, o que disimulen su aspecto desagradable o mustio si están un poco ajados. Otras que les saquen el amargor o los vuelvan más tiernos.

Algunos no precisan aderezo: son los de sabor intenso, personal, que encajan perfectamente con un buen vino y que a veces se comparten con un amigo entrañable, como quien degusta alguna rara especialidad. Solo para unos pocos.

¿Alguien puede darme una receta? Se me están acumulando demasiado y debo empezar a consumirlos cuanto antes. Algunos son de los que no precisan aderezo, pero la mayoría tiene un regusto amargo que no sé cómo quitarle. También me vendría bien un amigo con quien compartir el vino y la degustaciòn. Los que quieran anotarse, serán bienvenidos.



Ma. Cristina Longinotti

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