Exaltas a “alguien” que está muy lejos de mí. Soy una brizna de cualidades junto a un gigantesco saco de defectos, solo eso soy. Me sonroja mirarme en tu texto. Es tan bello y tan sentido.
Esa traducción me compromete, e inquieta.
Estoy mirando por una respuesta digna para tu poema pero no me dejas margen, te explayas de tal manera que copas lo físico, lo emocional, mi mente y mi espíritu.
Cada párrafo es en sí perfecto y completo compendio de loas. Ceñido. Dejando develada mi anatomía. Mostrando los puntos más eróticos de mí ser en todos los planos. Es un bello traje que se ajusta a estimular vanidad. Mi vanidad, esa que no quiero reconocer y que obligas a emerger de lugares desconocidos, incitantes. Y tú allí, deslizando palabras por mi espalda, descorriendo el cierre de mi vestido, deslizando frases que se descuelgan por mis caderas, vagando frenéticas ora hacia mis ansiosos senos, ora hacia mi trémulo vientre. Posando como sierpe tu lengua por el lóbulo de mis orejas. Susurras palabras de lubricidad que se clavan como dagas de fuego en mi sensualidad. Corazones acelerados palpitan al compás marcial de una dicha que quiere fisgonear amantes. En cada tramo de tu escrito me has tendido y allí me veo yaciendo en tu lecho de frases amantes que me sugieren la dicha de todos los tiempos en un calor de entrepiernas cocinando los ensueños de la carne ardiente.
Has mimado tanto a esta mujer que ya nunca más sabrá de sí misma porque se entregó de lleno…!
Siempre tuya.
Ana Lucía Montoya R.
No hay comentarios:
Publicar un comentario