domingo, 7 de octubre de 2007

Carta abierta para todos mis amigos.

A propósito de mis últimos poemas y de la desabrida respuesta de una amiga, que con eso me reveló su desagrado por mi forma de enfrentar la vida, después de perder a la mujer que siempre amé.


Querida amiga mía. Creo saber el por qué de tu enojo. No es por lo que he dicho al responder tus cartas, sino por lo que he hecho y que explicitan mis últimos poemas. Ellos revelan la presencia de un amor en el corazón, cuando sólo debía existir dolor. Pero no es así. El dolor es una herida que aún estoy curando y cuando esa herida sane, va a quedar una tremenda e imborrable cicatriz. Y esa herida quiero que sane, porque D’s nos dio la vida para vivir, no para morir. Si morimos, siempre quedan nuestras raíces para mantener el jardín. En otras palabras, podemos irnos pero nuestras raíces quedan aquí, mientras nuestra alma está en otra dimensión. Y este es un dogma de Fe. Si creemos que esto es así, no podemos aceptar la permanencia del dolor por el ser amado que se fue. Si nos quedamos para vivir, debemos vivir y cumplir con nuestro destino. Si nos quedamos para morir, ha terminado nuestro camino. Así es el libre albedrío (arbitrium). Así es la libertad que tiene la voluntad humana para elegir los caminos que D’s, a cada instante, nos presenta para caminar. Yo he elegido la vida, otros eligen la muerte. Yo creo en los caminos de D’s. Creo en mi facultad de elegir y creo que mi Esther debe estar contenta al sentirse honrada porque yo he decidido elegir la vida que ella tanto amó. Cuando se inició la dictadura en Chile, tuve un bello contrato como profesor en una Facultad de Medicina en Canadá. Ella no se quiso ir. Nos quedamos en Chile para luchar por la vida. Salvamos vidas y contribuimos al retorno de la democracia, y estamos orgullosos de haberlo hecho. Ahora que ella no está, se que la defraudaría si no sigo luchando por la vida. Aún mi camino no ha terminado. Esther fue la que me hizo poeta. Ella fue el instrumento de D’s. Ella me hizo cantarle a la vida y hoy no la puedo desilusionar. No porque deba ser fiel a un cuerpo que ya se fue, sino a un espíritu que siempre tendrá un espacio dentro de mi. Ella se fue pero yo no puedo traicionar sus esperanzas. La vida no es vida en soledad. Yo dejé de ser el Dr. Silva, para ser el poeta Humberto Silva Morelli, que hoy día, en medio de un tremendo desbarajuste moral, hay más de mil personas que me siguen en mis cantos a la vida y al amor. En mis cantos al D’s de la vida y del amor. Nada de esto se podría hacer en soledad. Tengo 80 años, y un Ca supuestamente curable que lo estoy tratando porque aún puedo dar amor para vivir. Y lo voy a vivir hasta mi último día dando y recibiendo amor. Pero hay distintos tipos de amor y yo no elijo mis poemas. Ellos nacen de mis emociones, emociones que no pueden ser podadas. No puedo vivir la alegría de la vida en el día, mientras tengo una noche de tristeza, soledad y recuerdos. Sólo puedo vivir la alegría de la vida, si siempre me siento rodeado de amor. Aquí no siempre interesa la compañía humana, pero siempre interesa la presencia de la esperanza, porque con ella no hay soledad. Siento en mi que el AMOR es vida, que deseo seguir viviendo. Así es amiga mía. No es el deseo del momento el que me guía. Es el deseo de vivir completo, como D’s nos creó, para poder caminar el camino que Él ha puesto frente a mi. Es posible que nunca encuentre otra compañera, pero no debo perder la ilusión de servir a la vida. Si la pierdo, lo que es otro camino, muere todo. Muere la esperanza y la ilusión. Con ellas muere el poeta y termina mi camino. Espero que eso no suceda. Espero morir, deseando seguir con vida. Espero morir como mi Esther. Espero morir rodeado de amor y que aún entonces, nadie diga que morí porque no quería vivir. No te enojes amiga mía. Estoy haciendo lo que estoy haciendo, porque estoy viviendo como querría Esther. Creo que esto lo tenía que decir. Espero que se pase tu morriña por mi conducta. Con mucho amor se despide tu siempre amigo. Humberto.



Humberto Silva Morelli

1 comentario:

YOSSI dijo...

Humberto

Muy emotiva tu carta y la veo una leccion como afrontar el dolor
y continuar con la vida. No me es
extraña, he tenido reflexiones
semejantes ante la enfermedad y posterior muerte de mi padre, aqui
de tu compañera
un abrazo