miércoles, 6 de octubre de 2010

Bs As. 9 de setiembre 2010.

Bs As. 9 de setiembre 2010.



Mi querido Charles:

¿Te preguntarás el porqué del “querido”? el porqué de la lívida hipocresía de
osar equipararme a ti, del ansía de acercar incongruentes líneas de tiempo
sólo para que las podredumbres de nuestros jardines se fusionen.

¡Pregunto y mi osamenta no responde! ¿Habré de creer que el calificativo
previo a tu nombre me fue entregado entre pesadillas por los demonios que me
habitan y no perdonan el latido de esa roca que me inunda de la vida que no
quiero?

Poco importa la fuente cuando los ojos son cuencos vacíos.

Heme aquí… buscando olvidos en los etílicos vahídos que no logran saciar la
sed; cegándome la vista con tus letras cargadas de roja tinta que me hieren
placenteramente.

¡Ay!, y te siento el patíbulo donde he de colgar la despreciable cáscara que
arrastro como mortaja. ¡Y Me siento unida a ti con el mismo lazo de muerte
con que la parca nos tironea hacia el infierno en el que Satán mismo nos es
indiferente!

¡Tú, que viviste en el spleen que hoy habitan mis días! Sal del mismo infierno y
ofréceme el silencio con que se visten tus huesos.

¡Apiádate de la miseria en que el poeta reencarnado en Lilith implora!

Porque no hay peor oscuridad que la del luminoso discernimiento, no existe
más horror que el abrir los ojos a diario con la esperanza del no poder hacerlo.

“Semper Eadem” exclamaste en uno de tus versos…quizás esculpiste con tu
sangre la frase en alguna orquídea negra de tus flores del mal; da igual.

Mi Pierrot interior se inclina ante tu nombre y besa tus despojos con el
mórbido encanto de la envidia.

¡No habrá necrofilia que robe el corrupto secreto de tu sapiencia!

He de sorber el opio de los días hasta que el caprichoso acto de la tumba recién
excavada asile este cuerpo que ya ha muerto hace tiempo, pero aún camina,
vaya a saber por culpa de qué extraña inercia.

Me despido mi “querido” Charles, sin haber dilucidado el misterio del adjetivo
aplicado.

O tal vez sí pero aún sin reconocerlo.


Liliana Varela

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