Querido,
¿Recuerdas?
Como un suspiro por mi cuerpo navegabas mi marino, dejando estelas de recuerdos en mis senos. Mi vientre celoso se encabritaba esperando que tus manos y tus labios hicieran también su viaje. Un lecho de arena blanca se estremecía de dicha al recibirnos y las palmeras nos ofrecían una danza al mecerse sensuales cuando el viento las besaba estimulando en ellas un anhelo loco de mundos sutiles. Suavemente con tus dedos ibas dibujando dichas en mi espalda, caderas y entrepiernas. Las olas crecidas por alcanzar nuestro mismo ardor y lascivia se elevaban suplicantes al cielo, envidiosas mirándonos sudorosos y fundidos.
Cada beso que dejabas en mi piel me narraba historias en las que el protagonista era un ser que perdida la razón vagaba como poseso buscando desaforado los goces de la vida y de la muerte.
Seguías buscando en cada cordillera y vega de mi cuerpo, en mis valles y bosques. Yo bautizaba la vida que me allegabas y, en cada muerte feliz siempre hacía camposanto de esperanzas por ver una y mil veces rebrotes erguidos de pasión desaforada.
Anoche tuve ese maravilloso sueño.
Con mi canto de sirena para ti.
Solo para ti, amor.
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