Observo desde esta esquina como las manos del niño preludian el
ensayo de Bach y como su acierto y desacierto empujan a la cabeza en
un vaivén de resistencia, mientras las puntas de sus pies apresuran
al pedal ansía llegar a la perfección, y como él busco en este
teclado el menudeo de una música que repercuta en el ser yo. ¿Quién
soy? Como es imposible saberlo lo llamamos "yo". Es ¿Es que lo soy?
¿o Soy el yo?
Y como un mal-bien congénito náufraga de mis cosas, ante cada
situación me zambullo en una infinita sensación del Ser. Pero no
estoy sola, por lo tanto lo que se interrelaciona no puede dejar de
ser. No sólo me pasa en lo urbano o el campo insistentemente golpea
la puerta donde la vigilia como el sueño onírico ese yo está ahí
contemplándose a sí mismo sin saber quien es.
Y me avisto como Perseo con su espada dándole muerte a la Medusa,
sin mirarla a sus ojos petrificadotes: viéndola a través del reflejo
de su escudo refulgente.
Como una acróbata (aktos=extremo; baino=yo ando por los extremos) mis
manos se dejan mecer o castigar por el ritmo atemporal de la
palabra, ahora silabeo aspectos transitorios de mi vida, me
nombraron Fany, nací en Córdoba Argentina, tengo 45 años y soy según
las últimas apreciaciones de conocidos ocasionales una "mujer niña",
me apasiona el aroma a jazmín y a incienso, la lectura por
intervalos, ahora voy a la academia de canto y practico gimnasia por
aquello de cuerpo sano, mente sana, para el corazón ejerzo mi
derecho a la poesía hábito natural en mi.
Mi fantasía sexual es que me hagan el amor en una biblioteca de
mayor antigüedad a los cien años y entre el aroma de esas páginas y
aferradas a los lomos de grandes compendios poder apretar el nombre
de quien se ha animado a hacerme vertiginosamente feliz.
Trabajo un poco, sin forzar. Tejo. Y me contorsiono cuando la
soledad me aguanta y me las aguanto solita. Tengo amigos de verdad,
pero por lo general coinciden que nunca están en ese momento justo.
Y tengo muchas más cosas que estoy intentando soltar pero sin que me
llegue la muerte. Pero sobre todas las cosas tengo una embriaguez de
libertad natural por la palabra que me obliga a enfrentar mis
temores y es por eso que escribo, escribo para mí y aquí vengo
porque la mano del ángel, doy fe, lo juro por Dios, así lo ha
querido.
Tal vez porque el Misterio no puede explicarse, es que hoy, ahora,
aquí, debajo, en, dentro, puede un aullido aturdido acusarme, como
el grito que llama al otro, o un grito que es un llamado del
silencio al vacío.
Y entonces A viva voz me presento.
Aquí estoy, los saluda con ganas, mientras se recrean en mis manos
las del niño preludiando góticamente la melodía donde hoy les
tarareo algo de mi nombre y en mi nombre les saluda:
Fanny G Jareton
No hay comentarios:
Publicar un comentario