sábado, 7 de febrero de 2009

Carta Privada

Hola mi querido soñador de lunas y estrellas, dónde te extasías que
aún no veo que apareces?


¡Mi canto es el eco tu canto!


Solo musito palabras cuando con tanto empeño me impulsas a alcanzar el
cielo. Alturas que me allegas con tus versos cargados de caricias
sensuales. Fortificas a las musas para que lleguen crecidas a mi lado
y me permitan escuchar muy quedo tu voz susurrándome al oído que soy
la que amas y al punto me lo creo...


Contigo me siento la reina de poemas que brotan por doquier cuando a
mi paso los estimulas. Todo mi cuerpo quiere saber de canto. Cada
espacio quiere devolver los goces en rimas y en jadeos, esas delicias
recibidas.


Me ahogo en desespero por no poder darle salida a mi lujuria por los
cuatro vientos.


Quiero irme lejos, muy lejos de mi cuerpo físico. Este vestido cada
vez lo siento más chico. No me cabe el alma en este cuerpo. La
ansiedad me carcome en delirios y debo callar, estar silente, ser una
convencional "señora", si ya no soy siquiera persona, soy la misma
angustia, la que había en mí ha desencarnado, ahora el habitante de
ese que fue mi cuerpo es un ser llamado "Lamento"…


Esta página blanca es el único lecho donde suspiro el desvarío en que
vivo sin una mano que se desplace por mi cuerpo desnudo de caricias,
sin unos labios que me escriban versos en los renglones invisibles de
mi piel ardiente.


¡Contigo he recordado que una mujer llamada "Felicidad" existió en
algún momento!


Siempre Tuya,


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Ana Lucía Montoya R.
Enero 2009

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